El Dragón Boris
Cuento para contar (hasta seis)
Había una vez, un dragón que se llamaba Boris.
Boris vivía en el campo y salía todas las mañanas a jugar con sus amigos.
Para encontrase con ellos tenía que atravesar un pequeño río utilizando un puente de troncos, pero una mañana se encontró con que el puente se lo había llevado la corriente.
Boris pensó que no necesitaba el puente y que dando un buen salto podría llegar a la otra orilla. Echó a correr, dio una, dos, tres zancadas, saltó y … ¡plof!, se cayó en el rio del que tuvo que salir andando y mojado.
A la mañana siguiente pensó que si saltaba con más fuerza llegaría a la otra orilla, entonces corrió, dio una, dos, tres y cuatro zancadas, saltó y … ¡plof!, cayó de nuevo en el rio.
El tercer día volvió a intentarlo, esta vez corrió desde más lejos, dio una, dos, tres, cuatro y cinco zancadas, saltó y … ¡cataplof!, otra vez se encontró en el rio. Esta vez Boris se enfadó mucho.
A la mañana siguiente decidió que no pasaría el rio.
Desde la otra orilla Gilda, su amiga dragona le preguntó por qué no pasaba para jugar con ellos, Boris le contó que primero probó a dar tres zancadas, luego cuatro y por último cinco antes de saltar pero siempre se caía en el rio.
Su amiga le miró con sorpresa y le dijo “pues ahora no des cinco zancadas y un salto, simplemente da un paso sobre cada una de las piedras que hay en el centro del rio”.
Boris se acercó al rio y dio uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis pasos sobre las piedras y llegó sin mojarse al otro lado del rio.
Desde entonces así lo hizo cada día y colorín colorado este cuento se ha terminado.
Había una vez, un dragón que se llamaba Boris.
Boris vivía en el campo y salía todas las mañanas a jugar con sus amigos.
Para encontrase con ellos tenía que atravesar un pequeño río utilizando un puente de troncos, pero una mañana se encontró con que el puente se lo había llevado la corriente.
Boris pensó que no necesitaba el puente y que dando un buen salto podría llegar a la otra orilla. Echó a correr, dio una, dos, tres zancadas, saltó y … ¡plof!, se cayó en el rio del que tuvo que salir andando y mojado.
A la mañana siguiente pensó que si saltaba con más fuerza llegaría a la otra orilla, entonces corrió, dio una, dos, tres y cuatro zancadas, saltó y … ¡plof!, cayó de nuevo en el rio.
El tercer día volvió a intentarlo, esta vez corrió desde más lejos, dio una, dos, tres, cuatro y cinco zancadas, saltó y … ¡cataplof!, otra vez se encontró en el rio. Esta vez Boris se enfadó mucho.
A la mañana siguiente decidió que no pasaría el rio.
Desde la otra orilla Gilda, su amiga dragona le preguntó por qué no pasaba para jugar con ellos, Boris le contó que primero probó a dar tres zancadas, luego cuatro y por último cinco antes de saltar pero siempre se caía en el rio.
Su amiga le miró con sorpresa y le dijo “pues ahora no des cinco zancadas y un salto, simplemente da un paso sobre cada una de las piedras que hay en el centro del rio”.
Boris se acercó al rio y dio uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis pasos sobre las piedras y llegó sin mojarse al otro lado del rio.
Desde entonces así lo hizo cada día y colorín colorado este cuento se ha terminado.
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