Cerca de la casa de Dani había un parque muy bonito. Tenía muchos árboles y flores, que cuidaba Felipe, el jardinero.
Por las tardes, después de salir del cole y tomar la merienda, Dani, Dina y todos sus amigos y amigas iban a jugar al parque. A lo que más les gustaba jugar era a la pelota. Jugaban todos juntos, niños y niñas, y lo pasaban chupi.
Aquella tarde, en cuanto llegaron, se pusieron a jugar. Estaban tan entusiasmados que no tuvieron cuidado y Dani le dio un poco fuerte a la pelota y se quedó enganchada en un árbol muy alto.
Teo, que era muy valiente, dijo:
- No importa, yo subiré a por ella.
- No no lo hagas, le dijo su hermana María, ya sabes que mamá no quiere que subas a los árboles.
Pero Teo no hizo caso y gateó como un mono por el tronco del árbol, puso un pie en una rama y el otro en otra más arriba y casi llegaba a la pelota. Pero no podía cogerla todavía. enía que subir un poco más. Subió a otra rama más alta y, justo cuando ya tenía la pelota, la rama se rompió. Menos mal que Teo se pudo agarrar con las manos a otra rama y se subió a ella. Pero ahora tenía un problema: no podía bajar porque la rama, que le había ayudado a subir, se había roto.
Teo se asustó muchísimo y gritó a sus amigos:
- ¡No puedo bajar del árbol! ¡Tenéis que ayudarme!
- ¿Qué hacemos? Preguntó María.
¡Ya lo sé! -dijo Pepe. Mi papá es carpintero y tiene una sierra grande. Lo llamaremos y cortará el árbol. Así cuando se caiga el árbol, Teo podrá bajar.
- Eso no puede ser -dijo Dina. Los árboles no se deben cortar porque luego tardan muchísimo tiempo en volver a crecer. Además Teo se hará daño y entonces habrá que llamar a Doña Isabel, la doctora.
- ¡Ya lo tengo! -dijo Carmen- llamaremos a los bomberos. Ellos apagan los fuegos y salvan a las personas que están en las casas. Tienen escaleras muy largas que llegan a los pisos altos. Yo lo he visto en las películas.
Entonces llegó Felipe, el jardinero, y los niños le contaron lo que pasaba. Felipe dijo que no hacía falta llamar a los bomberos porque su amigo Andrés, que era albañil, también tenía una escalera larga, que usaba para arreglar los tejados de las casas.
Fue en busca de la escalera, subió y rescató a Teo, que estaba temblando de miedo. Pensaba que iba a dormir en el árbol.
Después de la aventura de aquella tarde, Teo no volvió a subirse a los árboles y cuando fueron otras veces a jugar procuraron tener cuidado y no dar fuerte a la pelota.
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