Érase una vez un país llamado Numerandia, en el que habitaban todos los números, los grandes, los pequeños, los bonitos, los feos...
Cada uno estaba a lo suyo, pero, un día, hubo un gran desorden entre ellos.Todos los números no querían trabajar.
Primero se quejaban de estar siempre haciendo cuentas, y decían que eso no era normal.
Después decían que no podían ser tantas comas, tantos decimales...
Cada uno estaba a lo suyo, pero, un día, hubo un gran desorden entre ellos.Todos los números no querían trabajar.
Primero se quejaban de estar siempre haciendo cuentas, y decían que eso no era normal.
Después decían que no podían ser tantas comas, tantos decimales...
También protestaban de que siempre los pintásemos de negro, y a ellos les gustaba también aparecer en otros colores.
Otra de sus quejas era que nadie les había pedido permiso para utilizarlos.
Así que tras oír sus quejas, y ver que empezaban a desaparecer los signos, los puntos, los números ordinales y después los cardinales y ver el gran caos que se organizaba en Numerandia, los habitantes de aquel país remoto comprendieron que no se habían portado bien con los números, y empezaron a utilizarlos con diferentes tipos de letras y colores y a hacerlos más bonitos y a agradecerles la ayuda que les prestaban, y así todos se pusieron contentos y todo volvió a funcionar correctamente.
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