Pingüino, reno y zorro eran muy amigos. Un día, el pingüino y el reno encuentran un montón de fruta y deciden guardarlo en secreto. Por el camino, se encuentran al zorro, que al verles tan felices les pregunta por qué. Se resisten a contarlo porque es secreto, pero el zorro les pide que confíen en él y lo hacen. Cuando llegan al pueblo, se olvida de su promesa y lo cuenta a todo el mundo. Cuando vuelven el pingüino y el reno por la fruta, los otros animales del pueblo ya se la habían comido. Ese mismo día pingüino y reno encuentran otro lugar lleno de comida, y se repite la misma historia con el zorro.
Enfadados por sus traiciones, deciden darle una lección, y al día siguiente le cuentan que han encontrado un lago tan lleno de peces que no hay que esforzarse en cogerlos. El zorro vuelve a traicionarles y cuenta el secreto. Al día siguiente, el zorro aparece lleno de golpes, porque al contarles a todo el mundo lo de los peces, habían ido allí hasta osos polares; pero al no encontrar peces se sintieron engañados y le dieron una buena zurra al zorro.
Y el zorro aprendió que la confianza es muy importante, pero que para que puedan confiar en uno, hay que ganarse esa confianza con lealtad, y cumpliendo las promesas. Alguna trampa más le pusieron sus amigos, pero como ya no era un bocazas, el zorro volvió a recuperar la confianza de pingüino y reno, y éstos le perdonaron.
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